El principito y Chava
22/12/09
, Escrito por Salvatorem a las 17:18
La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:
-¡Por favor... píntame un cordero!-¿Eh?
-¡Píntame un cordero!
-No tienes agua ca’on? – Añadió otra voz que arrastraba las sílabas.
Me puse en pie de un salto como herido por el rayo. Me froté los ojos. Miré a mi alrededor. Vi a un extraordinario muchachito que me miraba gravemente y a un joven de alrededor de 20 años que avanzaba a trompicones hacia mis suministros de agua, con las manos en la cabeza, el rostro hinchado y los ojos enrojecidos. Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré hacer de ellos, aunque mi dibujo, ciertamente es menos encantador que el modelo. Pero no es mía la culpa. Las personas mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de seis años y no había aprendido a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas.
Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de admiración. No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo… A diferencia de su compañero, que se veía en muy mal estado, con la ropa desaliñada y sucia, como si hubiera derramado líquidos en ella durante la noche pasada y expedía además un fuerte olor a alcohol. Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:
-Pero… ¿qué haces tú por aquí?
Y él respondió entonces, suavemente, como algo muy importante:-¡Por favor… píntame un cordero!
Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Miré de reojo al otro joven que se estaba bebiendo mi agua con vehemencia:
-¡Fuuta madree! ¿No traerás aspirinas? Esta pinche cruda…- Gritó mientras se llevaba las manos a las sienes. Hice un gesto negativo y recordé que yo había estudiado especialmente geografía, historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabía dibujar.-¡No importa —me respondió—, píntame un cordero!
Como nunca había dibujado un cordero, rehice para él uno de los dos únicos dibujos que yo era capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito:
-¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.
Dibujé un cordero. Lo miró atentamente y dijo:
-¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.
Volví a dibujar.
Mi amigo sonrió dulcemente, con indulgencia.
-¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos…
Rehice nuevamente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores.
-Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
-¡Ya cállate cabrón! ¿Qué no puedes tener un poco de consideración conmigo? ¡Me duele la cabeza!
El muchachito recibió entonces una bofetada que encendió sus mejillas. Yo estaba falto ya de paciencia y deseoso de comenzar a desmontar el motor, así que ignoré el maltrato infantil que presencié y garrapateé rápidamente este dibujo, se lo enseñé, y le agregué:
-¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?
-¿Por qué?
-Porque en mi tierra es todo tan pequeño…
Se inclinó hacia el dibujo y exclamó:
-¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido…
-Sí... no tan pequeño como tu miembro…- Añadió el otro joven mientras se asomaba a la caja - pinche prin-SIN-pito… ¡ja, ja, ja! Prinsinpito… ¡clásico!
Y así fue como conocí al principito y a chava.
...
-Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
-Tendremos que esperar…
-¿Esperar qué?
-Que el sol se ponga.
Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
-Siempre me creo que estoy en mi tierra.
-Ya llevamos aquí mucho tiempo como para que sigas con eso… a veces pienso que sí tienes alguna clase de retraso mental – Interrumpió Chava, que estaba tirado en la arena, molesto por algo… como siempre. Pero en efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…
-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!Chava entornó los ojos y un poco más tarde añadiste:
-¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
-El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Pero el principito no respondió, fue Chava quien lo hizo:
-Wey… te he pedido disculpas mil veces, ¡ya déjalo pasar! Si vomité encima de tu flor fue porque estaba demasiado ebrio y a todo esto, fue tu culpa, le debiste haber puesto esa chingadera que le pones todas las noches…
-Habías roto mi biombo minutos antes, cuando lo lanzaste hacia mi cabeza porque te dije que yo no tenía más alcohol-Ah... es cierto, qué pedota!- y rió estruendosamente
...
-¿Qué haces ahí? —preguntó al bebedor que estaba sentado en silencio ante un sinnúmero de botellas vacías y otras tantas botellas llenas. Chava se acercó y se empezó a servir alcohol copiosamente, mientras, cada que el borracho se distraía, guardaba botellas debajo de su ropa.
-¡Bebo! —respondió el bebedor con tono lúgubre.
-¿Por qué bebes? —volvió a preguntar el principito.
-Para olvidar.
-¿Para olvidar qué? —inquirió el principito ya compadecido.
-Para olvidar que siento vergüenza —confesó el bebedor bajando la cabeza.
-¿Vergüenza de qué? —se informó el principito deseoso de ayudarle.
-¡Vergüenza de beber! —concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio.
Y el principito, perplejo, comenzó a andar.
-¡No nos vayamos! Tengo una idea, nos quedamos a vivir aquí, éste parece un buen amigo ¡Sólo míralo! Es la clase de bebedor que no se pone violento, está ahí sentado, te escuchará cada que quieras hablar de la flor que hizo que tu pubertad despertara, por más tenebroso que las relaciones inter-reino suenen, ¡él no te juzgará!... no como yo, pinche degenerado.
El principito extrañó a su flor unos segundos y pensó "No hay la menor duda de que las personas mayores son muy extrañas". Comenzó a andar de nuevo y esta vez, enfurecido, Chava lo tomó del cabello y le dio un puntapié que lo hizo rodar dos veces alrededor del pequeño planeta, dejándolo inconsciente. El principito estuvo en coma durante dos semanas que Chava utilizó para embriagarse, hasta que se aburrió de aquél borracho depresivo y decidió usar un antiguo hechizo de magia negra para devolverle la conciencia a ese niño.
-¿Qué pasó?- Preguntó el principito aún desorientado-Te tropezaste, vámonos de aquí-
...
-¡Anda, exploradores! —exclamó cuando divisó al principito y a chava.
Estos se sentaron sobre la mesa y reposaron un poco. ¡Habían viajado ya tanto!
-¿De dónde vienen? —les preguntó el anciano.
-¿Qué libro es ese tan grande? —preguntó a su vez el principito—. ¿Qué hace usted aquí?
-Soy geógrafo —dijo el anciano.
-¿Y qué es un geógrafo?
-Es un sabio que sabe donde están los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los desiertos.
-Eso es muy interesante —dijo el principito—. ¡Y es un verdadero oficio!
Dirigió una mirada a su alrededor sobre el planeta del geógrafo; nunca había visto un planeta tan majestuoso.
-Es muy hermoso su planeta. ¿Hay océanos aquí?
-No puedo saberlo —dijo el geógrafo.
-¡Ah! (El principito se sintió decepcionado). ¿Y montañas?
-No puedo saberlo —repitió el geógrafo.
-¿Y ciudades, ríos y desiertos?
-Tampoco puedo saberlo -Chava se deslizó hasta detrás del geógrafo que parecía muy ocupado, y le robó un reloj de oro que había en un librero
-¡Pero usted es geógrafo!
-Pero es un pinche huevón, eso es lo que es, principito -Intervino Chava.
-Exactamente, a excepción de lo de huevón —dijo el geógrafo— no soy explorador, ni tengo exploradores que me informen. El geógrafo no puede estar de acá para allá contando las ciudades, los ríos, las montañas, los océanos y los desiertos; es demasiado importante para deambular por ahí. Se queda en su despacho y allí recibe a los exploradores. Les interroga y toma nota de sus informes. Si los informes de alguno de ellos le parecen interesantes, manda hacer una investigación sobre la moralidad del explorador.
-¿Para qué?
-Un explorador que mintiera sería una catástrofe para los libros de geografía. Y también lo sería un explorador que bebiera demasiado.
-¿Por qué? —preguntó el principito.
-Porque los borrachos ven doble y el geógrafo pondría dos montañas donde sólo habría una.
-Conozco a alguien —dijo el principito—, que sería un mal explorador –y le miró de reojo a Chava.
-Ya te dije que yo no choqué ¡nos chocaron! Esas dos viejecitas del planeta geriátrico se lanzaron contra nuestro auto…
-Solo era una viejecilla, y te dije que yo podía conducir
-No tienes ni la edad, ni las agallas para hacerlo ¿querías que nos siguiera la policía?
-Dijiste que nos estaba siguiendo y que por eso ibas tan rápido
-Pues claro que nos seguía, el auto era robado ¿en qué mundo vives?
-¡Esto no tiene sentido! Primero dijiste que no nos seguía y aho—
-Cállate… eh… ¡tonto!- Interrumpió Chava
—Pero... ¡ustedes vienen de muy lejos! Van a describirme su planeta.
"!Pero es un pinche huevón!"
Y el geógrafo abriendo su registro afiló su lápiz. Los relatos de los exploradores se escriben primero con lápiz. Se espera que el explorador presente sus pruebas para pasarlos a tinta.-¿Y bien? —interrogó el geógrafo.
-¡Oh! Mi tierra —dijo el principito— no es interesante, todo es muy pequeño. Tengo tres volcanes, dos en actividad y uno extinguido; pero nunca se sabe...
-Es cierto, una vez, mientras defecaba dentro de ese volcán, una bocanada de humo salió de repente... No fue nada divertido-
-No, nunca se sabe —dijo el geógrafo riendo.
-Tengo también una flor.
-Todo “yo”, todo “yo”, ¡los dos vivimos en ese planeta!
-De las flores no tomamos nota.
-¿Por qué? ¡Son lo más bonito!
-Porque las flores son efímeras.
-¿Qué significa "efímera"?
-Las geografías —dijo el geógrafo— son los libros más preciados e interesantes; nunca pasan de moda.
-Como Twilight –añadió Chava con mala leche, tratando de envenenar la maleable mente del principito con tan escandalosas mentiras desde corta edad.
-Es muy raro que una montaña cambie de sitio o que un océano quede sin agua- continuó el geógrafo. Los geógrafos escribimos sobre cosas eternas.
-Pero los volcanes extinguidos pueden despertarse —interrumpió el principito—. ¿Qué significa "efímera"?
-Que los volcanes estén o no en actividad es igual para nosotros. Lo interesante es la montaña que nunca cambia.
-Pero, ¿qué significa "efímera"? —repitió el principito que en su vida había renunciado a una pregunta una vez formulada a menos que Chava lo abofeteara cada que se ponía insoportable.
-Significa que está amenazado de próxima desaparición.
-¿Mi flor está amenazada de desaparecer próximamente?
-Indudablemente.
"Mi flor es efímera —se dijo el principito— “y no tiene más que cuatro espinas para defenderse contra el mundo. ¡Y la he dejado allá sola en mi casa!". Por primera vez se arrepintió de haber dejado su planeta, pero bien pronto recobró su valor.
-Ah, hablando de la flor… no estoy muy seguro, pero cuando nos fuimos colgados de esos patos… creo que vi a unos cuántos usándola como su cena...- El principito no le creyó, ya estaba acostumbrado al sentido del humor de su compañero.
¿Qué me aconseja usted que visite ahora? —preguntó.
-La Tierra —le contestó el geógrafo—. Tiene muy buena reputación...
Y el principito partió pensando en su flor y en qué tan ciertas serían las palabras del joven que lo acompañaba.
...
Cuando volví de mi trabajo al día siguiente por la tarde junto con Chava, que resultó ser impresionantemente inteligente y pudo reparar mi avión una vez se hubieron terminado sus provisiones del alcohol, vi desde lejos al principito sentado en lo alto con las piernas colgando. Lo oí que hablaba.
-¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!Alguien le respondió sin duda, porque él replicó:
-¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!
Proseguimos la marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó de nuevo.
-¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí estaré yo esta noche.
Estábamos a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.
-Wey –me dijo Chava- ese niño es el diablo, te lo juro, habla con las serpientes como Voldemort, cuando llegamos me “tradujo” que una serpiente nos podía hacer viajar distancias casi infinitas, creo que el pobre piensa que le estaban ofreciendo drogas, digo, nunca lo he visto drogarse... pero es la única explicación… El otro día tuve que quitarle la vida a pedradas a un zorro rabioso que se nos había estado acercando poco a poco, creo que el principito lo estaba incitando a atacarme –lo miré impresionado y me volví hacia el muro de piedras.
"Aaaaallajaaasssssiieeeeeetttttttttt"
El principito, después de un silencio, dijo aún:
-¿Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?
Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender.
-¡Ahora vete —dijo el principito—, quiero volver a bajarme!
Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treinta segundos, se erguía en dirección al principito. Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se escurrió entre las piedras con un ligero ruido metálico.
Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la nieve.
-También yo vuelvo hoy a mi planeta...
Luego, con melancolía:
-Es mucho más lejos... y más difícil...
Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito entre mis brazos como sí fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo. Chava me dirigió una mirada de reproche, como si observara a un pederasta.
Aquella noche no lo vi ponerse en camino. Cuando le alcancé marchaba con paso rápido y decidido y me dijo solamente:
-¡Ah, estás ahí!
Me cogió de la mano y todavía se atormentó:
-Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es verdad.
-¿Va a ser como esa vez que sangrabas por los oídos y la nariz cuando jugamos americano?
-Esa vez estuve oficialmente muerto durante 10 minutos, Chava, por suerte iba pasando el doctor del planeta médico…-
Yo me callaba.
-¿Comprendes? –dijo dirigiéndose a mí -Es demasiado lejos y no puedo llevar este cuerpo que pesa demasiado.
Seguí callado. Chava tampoco parecía comprender.
-¿A dónde vamos principito?
-Será como una corteza vieja que se abandona. No son nada tristes las viejas cortezas...
-Dime ¿a dónde vamos?- insistió Chava que nunca abandonaba una pregunta una vez formulada.
Yo me callaba. El principito perdió un poco de ánimo. Pero hizo un esfuerzo y dijo:
-Será agradable ¿sabes? Yo miraré también las estrellas. Todas serán pozos con roldana herrumbrosa. Todas las estrellas me darán de beber.
-Ya dime ¿no piensas dejarme atrás o sí? ¿a dónde vamos?Yo me callaba.
-¡Será tan divertido! Tú tendrás quinientos millones de cascabeles y yo quinientos millones de fuentes...
Chava abofeteó el rostro del principito otra vez, como siempre que éste no contestaba sus preguntas a las que Chava nunca dejaba sin respuesta. El principito se calló también; estaba llorando.
-Es allí; déjenme ir solo.Se sentó porque tenía miedo. Dijo aún:
-¿Saben?... mi flor... soy responsable... ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatro espinas para defenderse contra todo el mundo...
Me senté, ya no podía mantenerme en pie. Chava estaba extrañado.
-Ahí está... eso es todo...
Vaciló todavía un instante, luego se levantó y dio un paso. Chava y yo no pudimos movernos. Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito. Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.
-¡No mameeees! –gritó chava- ¡Una víbora! ¡Vámonos a la chingada!
Los dos nos levantamos y pusimos algo de distancia entre la serpiente, el inerte cuerpo del principito y nosotros.
-Lo bueno es que compusimos el avión… -Me dijo Chava respirando dificultosamente- Si no, hubiera estado muy cabrón explicarle a la policía qué hacen dos mayores de edad con un niño muerto en medio del desierto…
De la que nos salvamos
Muy bien!!! Está muy padre. Aunque faltó visitar algunos planetas ;)
PD. Besos
Braaavo Chava!!!!! jajajaja me encantó, amo al principito!!!!
Hahahahahahahahahahahah!!!
como se te ocurren estas cosas trinche chava??? muy buena!!!
Urrraaa!!! -hahahahaha
Sigue así wera, gracias por entretenernos!!
Una Nueva Perspectiva del Clásico "El Principito", buena Buenerríma
jjji Soy Angie
Bravísimo Chava!!! Hacía tiempo que no leía algo que me hiciera reír! Acabo de descubrir tu blog, pero créeme que le seré fiel en todos mis momentos de aburrimiento... Un beso gordo!